En un mar de títulos de supervivencia y ciencia ficción, The Alters emerge como una experiencia tan única como profunda. Desarrollado por 11 bit studios, este juego no solo propone sobrevivir en un planeta hostil, sino hacerlo en compañía de tus propias versiones alternativas: decisiones pasadas que ahora caminan, piensan y hasta discrepan contigo. Un concepto audaz que se convierte en una travesía emocional y estratégica sin igual.
Una historia que se ramifica desde ti
En The Alters controlamos a Jan Dolski, único sobreviviente de una misión espacial fallida. Su única oportunidad para sobrevivir es una base móvil impulsada por una misteriosa sustancia llamada rapidium. Pero la clave del juego no está solo en recolectar recursos o administrar espacios, sino en crear «alters», versiones alternativas de sí mismo que tomaron decisiones distintas en la vida.
Cada alter tiene su propia personalidad, especialización y, lo más importante, su historia. El juego explora el impacto de nuestras elecciones pasadas y cómo podrían haber definido otros caminos. Es una narrativa que se ramifica constantemente, con dilemas morales, disputas internas, e interacciones que se sienten más cercanas a una serie de ciencia ficción que a un juego tradicional.
Gestión, supervivencia y humanidad
Si bien The Alters puede parecer, a primera vista, un juego más de supervivencia con gestión de recursos, la realidad es muy distinta. Su propuesta te exige estar atento a múltiples capas: explorar el planeta, mantener la base, recolectar materiales, alimentar a los alters, cuidar su salud mental y resolver conflictos.
Cada alter tiene deseos, emociones y reacciones diferentes. Algunos querrán mejores condiciones de vida, otros cuestionarán tus decisiones, e incluso podrían rebelarse si sienten que no son valorados. Las relaciones entre los alters (y contigo) forman un ecosistema dinámico que te obliga a actuar como líder, compañero y terapeuta al mismo tiempo.
Además, la mecánica del tiempo añade una tensión constante: los días duran 24 horas en el juego, equivalentes a 24 minutos reales. La presión de administrar tareas, descansar, y tomar decisiones estratégicas antes de que salga el sol (evento que marca el fin de la partida) convierte cada minuto en un recurso valioso.
Exploración, anomalías y peligros
La superficie del planeta no es menos peligrosa. Anomalías temporales, tormentas electromagnéticas, radiación y zonas que exigen planificación previa hacen que la exploración no sea una simple tarea secundaria. Y aunque parezca que estás solo en este planeta, esas anomalías están lejos de ser elementos pasivos: algunas ralentizan el tiempo, otras agotan tu energía o incluso pueden matarte si no estás preparado.
Contar con alters especializados como científicos o ingenieros puede marcar la diferencia entre sobrevivir o no. Las decisiones sobre a quién crear, cuándo, y en qué orden se vuelven vitales. Por ejemplo, ¿deberías crear un botánico para tener comida constante o un ingeniero para reparar la base tras una tormenta?

Un juego que engancha sin que lo notes
Lo más sorprendente de The Alters es cómo te atrapa de forma progresiva. Aunque el inicio puede sentirse abrumador —con demasiada información en pantalla y una interfaz densa—, bastan un par de horas para que el sistema de juego y la dinámica entre alters te absorban por completo. La sensación de que «juego un rato más y lo dejo» se transforma fácilmente en sesiones de varias horas.
Incluso si no eres fan de los juegos de supervivencia o gestión, The Alters tiene un enfoque más emocional y narrativo que lo hace extremadamente accesible y adictivo. La idea de enfrentarte a tus “yo” alternativos, de resolver dilemas personales, de ver cómo esas versiones viven con decisiones distintas, te obliga a reflexionar incluso fuera del juego.

Un apartado visual y sonoro destacable
En términos técnicos, The Alters brilla con luz propia. Los paisajes alienígenas son hermosos, la iluminación dinámica crea ambientes envolventes y las animaciones, especialmente durante la creación de nuevos alters, parecen sacadas de una serie como Stranger Things o Dark.
El diseño de la base móvil es modular, permitiéndote construir salas en cualquier parte del núcleo, lo que aporta un nivel de personalización interesante. La música, sutil y atmosférica, se mezcla muy bien con la estética de ciencia ficción, mientras que el trabajo de doblaje es sobresaliente, dando vida y personalidad a cada alter.
En cuanto a rendimiento, tanto en PC como en Xbox Series S el juego se comporta de forma sólida, sin bugs que rompan la experiencia. Solo se notó un pequeño error puntual con los subtítulos, que ocasionalmente cambiaban del español al inglés, pero es algo menor considerando el resto de la experiencia.

Una experiencia que te hace cuestionarte
Uno de los mayores logros del juego es cómo te hace reflexionar sobre tus propias decisiones en la vida real. ¿Qué hubiera pasado si tomabas otro camino? ¿Si elegías otra carrera? ¿Si perdonabas a alguien? Cada nuevo alter representa una versión tuya que vivió otra vida, y ese concepto, tan simple como poderoso, es el corazón de The Alters.
Además, su alto nivel de rejugabilidad invita a probar distintas configuraciones, decisiones y prioridades en futuras partidas. Quizás la próxima vez debas construir la enfermería antes de la cocina. O tal vez crear un alter ingeniero en lugar del psicólogo. Las posibilidades son muchas y todas igual de impactantes.

Conclusión
The Alters es mucho más que un juego de supervivencia: es una exploración íntima del “qué hubiera pasado si…”. Con un apartado visual sobresaliente, una jugabilidad que mezcla exploración, gestión y drama interpersonal, y una narrativa que te atrapa y te hace pensar, este título se posiciona como uno de los más interesantes del año.
Puede que comenzaras la partida sin saber qué hacer, pero una vez que el juego te atrapa, no hay vuelta atrás. Para quienes buscan algo diferente, emocional y con una propuesta arriesgada pero muy bien ejecutada, The Alters es un imprescindible absoluto.
Nota: 9.5
Este análisis se realizó en PC y Xbox Series S con un código suministrado por el estudio.
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