El año pasado salió a la luz un videojuego que, me atrevo a decir, hizo absolutamente todo bien; una obra maestra del plataformeo y lo excéntrico colmado de originalidad. Pizza Tower se hizo un renombre en el mundo de los indies e incluso de los videojuegos plataforma sin nada que envidiarle a grandes títulos del mismo año.
Ahora bien, ¿Por qué hablar de este videojuego en un análisis que no es de este mismo? Pues porque Antonblast es lo mismo, pero no es igual.
Narrativa
En este título encarnamos a Anton o Annie, un par de vagos de un pueblito de mala muerte, que por cierto, se caracterizan por sus saturados tonos de color rojo y verde de piel, respectivamente. ¿El plot? El mismísimo diablo (que por cierto tiene un enorme, redondo y precioso culo que nos recuerda cálidamente a caricaturas como «La vaca y el pollito») tiene como único objetivo ser el individuo más rojo del planeta; para su mala suerte, Anton es tiene el record en dicha categoría, por lo que consagra su misión en acabar con el y toda su gente.
Estética
Ya establecido el carácter de esta obra, no sobra decir que su personalidad gira en torno a sus vivas y saturadas tonalidades, sus bizarros y excéntricos diseños y por supuesto a su dibujo y coloreado pastel, con trazos gruesos, monstruos y criaturas que no obedecen ningún tipo de lógica corporal ni sentido común y por último su concepto artístico de espacios urbanos. En añadidura, ciertas animaciones y enemigos tomarán prestados elementos de la vida real y cotidiana para digitalizarlos, haciendo de esta experiencia una mucho más experimental y vanguardista en cuanto a arte se refiere.
Jugabilidad e inspiraciones
En compañía de su enorme martillo (o su vigorosa maza en caso de Annie), nuestr@ protagonista constará con un variado arsenal de habilidades: infinitos dasheos/golpes, caídas rápidas, rebotes en el suelo (a modo de salto más alto), deslices, entre otras morfologías y mecánicas que se aplicarán en escenarios concretos. Acerca de los bosses, es menester destacarlos sobre su competencia, pues en dificultad, diseño, concepto y desafío presentan un trabajo muy bien logrado, en donde más de alguno nos tendrá pegados a la pantalla rabiando y gritando por montón.
En esencia nos encontramos ante un título de plataformas al puro estilo Wario Land con elementos tomados incluso de Sonic, aún así añadiendo ciertas particularidades, pues existe un recurso recurrente en el que alternaremos el personaje desde el escenario principal hasta el background. Añadiré que, además de los títulos mencionados, se refiere más de una vez a clásicos como el mítico Crash Bandicoot, Donkey Kong e incluso el mismísimo Mario Bros.
Banda sonora
La música y los efectos de sonido no se quedan atrás en este videojuego. Una extraña mezcla entre algunas obras jazz, funk y otras piezas vibrantes, llenas de samples y recursos musicales divertidos y mucho rock y metal; solos complejos de guitarra, sabrosas líneas de bajo y agitadas percusiones forman parte de la asombrosa banda sonora, acompañada de efectos sonoros que nos recordarán a nuestra infancia y las caricaturas. Asimismo, el doblaje juega un papel trascendental, pues nos demuestra un elenco que nuevamente, desborda carisma, carácter, vulgaridades y gritos (si, tenemos un botón dedicado únicamente a gritar, una auténtica genialidad).
Conclusión
Más allá de ciertos caminos obtusos de divisar y/ diferenciar en ciertos mapas, además de un par de escenarios repetitivos, Antonblast es un título más que sólido, variado y original. Lastimosamente, sigue estando a la sombra de un título tan magistral como Pizza Tower; sin embargo, este último logra hacerse un espacio a pesar de las semejanzas con su hermano de sangre, teniendo mecánicas propias, una estética aun más grotesca, y componentes que le brindan lo necesario para sobrevivir y dejar un refrescante concepto que se aleja de lo convencional, que no juega con nuestra cantidad de vidas ni el tiempo y que dentro de su frenético ambiente da un soplido de aire fresco para decirnos que aquí mismo están los desarrolladores apasionados que se atreven a crear obras no convencionales.
NOTA: 9
Este análisis se realizó en Rog Ally.
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Saúl Monique